Los tambos se remontan a épocas prehispánicas. Eran albergues estratégicos en la red de caminos del imperio Inca. En los caminos principales servían para alojar al Inca y a su séquito, en las vías secundárias se alojaban la clase administrativa del estado, y los chasquiwasikuna eran el descanso de mensajeros. El sistema sobrevivió en la colonia, como locales de descanso, posta de los arrieros y como almacén de productos. Después se convirtieron en viviendas multifamiliares.

Arequipa no fue en su infancia como la vemos ahora. Hubo otra ciudad por debajo de ésta, y aun otra más, de sillares amarillos de sol y callecitas de tierra en las que crecieron y vivieron nuestros antepasados. Hoy se reconfiguran escenarios sin significados de pertenencia, hogar y comunidad, sin conexiónes entre el presente y su pasado histórico. Afortunadamente, en los tambos aun contamos con espacios que desafían al deterioro del ‘vivir en ciudad’ que tanto preocupa en el mundo contemporáneo.

Un conjunto de viviendas colectivas del Centro Histórico, los tambos Matadero, El Bronce y La Cabezona se localizan en su mayoría en la calle del Puente Bolognesi. Fueron recuperados gracias a un meticuloso proceso de restauración, ejecutado por  la Gerencia del Centro Histórico y Zona Monumental de la Municipalidad de Arequipa, con el apoyo financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo – AECID.

Los arequipeños, y los que visitan la ciudad, desean priorizar la revitalización de los espacios heredados. Los Tambos de Arequipa seguirán siendo paradigmas para la vida en comunidad, con intercambio de saberes y de creación artística, haciendo posible no sólo generar usos de paso, contemplativos y bellos, sino también continuar construyendo una identidad colectiva como ciudad, que conviva con la intemporalidad del paisaje, el arte y las tradiciones.

A partir de la reapropiación colectiva, en los tambos podamos confirmar y mostrar al mundo nuestras características como pueblo enérgico, social y creativo