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El Valle de los Volcanes

Por: Walter Wust

Del libro: Arequipa Salvaje

Perdido en lo profundo de los Andes arequipeños, el valle de Andagua nos muestra un alucinante escenario donde los pueblos han sido levantados sobre bloques de lava, a la sombra de cerca de un centenar de volcanes de todo tamaño que, apagados o en descanso, nos recuerdan la fugacidad del tiempo humano.

A lo largo de los 65 kilómetros que forman el valle de Andagua se encuentran 32 conos volcánicos y 67 cúpulas —llamadas «ampollas» por los vulcanólogos— formadas a causa de la desgasificación de lava, o como producto de otras erupciones directas desde el corazón de la corteza terrestre.

El resto del terreno está constituido por bosques de cactus y coloridas matas de chocho que le otorgan al valle esa intensa sensación de haber sido recién formado. 36 de estos «volcanes» son identificados con nombre propio. Si bien la mayoría de ellos está ubicado en la cuenca de Andagua, otros se encuentran en las montañas circundantes. Adicionalmente existen más de cien focos eruptivos, pequeños cráteres o grietas formadas al exhalar gases y lava. Desde Andagua es posible visitar los volcanes e incluso ascender a varios de ellos. El más alto de todos es el Pucamaura, de 350 metros sobre el nivel del valle. Otros tienen entre setenta y cincuenta metros, y los más pequeños —como los Chilcayoc Grande y Chico—, tienen solo de quince a veinte metros de altura. Hay también uno, ubicado al extremo oeste, que es utilizado como plaza de toros durante las fiestas patronales. La altura de estos pequeños volcanes es útil para determinar su edad. Los más grandes se originaron en el Pleistoceno, que se extiende desde 1.8 millones de años hasta los diez mil a. C. Los menores, por su parte, datan del Holoceno tardío, es decir, de los últimos doce mil años, y se encuentran a menudo cubiertos por cactus o arbustos. El paisaje del valle se completa con el pueblo y la laguna de Chachas, cuyas aguas desaparecen bajo la superficie para correr varios kilómetros bajo tierra y formar la laguna de Mamacocha, cerca de la localidad de Ayo, algunos kilómetros al sur. Desde aquí se obtiene una formidable vista del nevado Escribano (5273 m s. n. m.), que separa al valle de Andagua del valle del Colca.

Naturaleza al pie del volcán

Hasta la fecha se han registrado 272 especies de plantas. De ellas, 35 son endémicas, 7 son cactáceas en vías de extinción, y 2 se encuentran en situación vulnerable. Se han inventariado, además, 61 especies útiles entre las que destacan las hierbas medicinales y las plantas para la construcción de viviendas y elaboración de artesanías, así como otras especies con fines ornamentales y místicos. Destaca la presencia de una especie poco común: el lloque (Kageneckia lanceolata), un árbol alto andino de fina madera que se encuentra al borde de la extinción por la tala descontrolada.

La flora de Andagua es extraña y prospera sobre ceniza volcánica en los escasos lugares libres de lava. La vegetación dominante son los cactus, especialmente los grandes sancayos y algunos candelabros; ambos tienen un uso medicinal bastante extendido entre la población local. El poder de adaptación de los cactus en el valle de Andagua es sorprendente porque enfrentan todas las adversidades del clima, el suelo y la altitud. Aquí se han registrado 35 especies de cactáceas y es común observarlas cubriendo las laderas, formando rodales compactos que muestran con gracia sus grandes y coloridas flores, así como sus frutos, algunos de los cuales poseen importantes propiedades medicinales y nutritivas.

Otras especies son útiles para la construcción de viviendas, de muros, de artesanía (canastas y paneras), e incluso como símbolos místicos (una de las especies es conocida con el nombre de «lágrimas de la Virgen»). De entre los cactus que pueblan el valle de Andagua, el más famoso, sin duda, es el sancayo o sanky (Corryocactus brevistylus), cuyo fruto es utilizado por los pobladores del valle desde tiempos ancestrales. Se sabe que es recolectado por los pastores en sus largos recorridos para aliviar la sed y calmar el hambre durante el camino. Investigaciones científicas le otorgan a este fruto numerosas propiedades benéficas para la salud. No en vano es utilizado para la elaboración de medicamentos naturales que combaten la diabetes, como método para bajar de peso, o como tratamiento contra la osteoporosis. Asimismo, es usado para prevenir la gastritis y las enfermedades del hígado. Por su alta concentración de potasio, es además un excelente rehidratante. El nombre científico de esta noble planta se debe al ingeniero ferroviario Thomas Avery Corry (1862–1942), quien colaboró con su descubrimiento durante su trabajo en la construcción del ferrocarril del sur.

En cuanto a la fauna, se han registrado 76 especies de aves, 27 de mamíferos, 4 de reptiles y 3 de anfibios; con algunas excepciones o rarezas, la mayoría es típica de estos pisos ecológicos. Una de estas rarezas son las tillandsias, vegetación característica de las lomas costeras y el desierto. Existen también especies de origen amazónico, entre las cuales destacan: la nutria del género Lontra, conocida localmente como huallaque; siete especies de murciélagos; importantes poblaciones del picaflor gigante (Patagona gigas); y poblaciones saludables de cóndores, vizcachas, gatos andinos, pumas, venados de cola blanca, tarucas, vicuñas y guanacos. Aquí también se encuentran otras especies de hábitats distantes, como las de los valles costeros. Es el caso, por ejemplo, del camarón de río, que alcanza aquí su más extrema distribución altitudinal.

Jugando con fuego

El valle de los Volcanes está conformado por un puñado de pueblos pintorescos que basan su economía en la crianza de llamas y alpacas —además de algunas especies animales introducidas durante la época colonial—, y en el cultivo de plantas nativas como la papa, la quinua, la kiwicha y el maíz.

En los últimos años han surgido otras actividades, como la minería y el turismo, que de una u otra manera han contribuido a su desarrollo económico. Entre sus poblados destacan Orcopampa, Chilcaymarca, Andagua, Chachas, y Ayo, todos ellos capitales de distritos en los que habita la mayoría de sus casi quince mil habitantes.

Estos pueblos, al igual que los del Colca, fueron creados en tiempos de la colonia como «reducciones de indios». La evidencia arqueológica indica que la ocupación del valle se remonta a unos seis mil años atrás, con la presencia de cazadores–recolectores que dejaron testimonio de su presencia en pinturas rupestres como las de Allhuire, donde se han encontrado representaciones de camélidos, hombres y motivos geométricos.

Más adelante, con la aparición de la agricultura y la ganadería, la zona fue habitada por los Kuntis, los Chuquibambas y los Arunis. Estos grupos étnicos estaban dedicados a la agricultura y la ganadería, y destacaron por sus textiles y cerámica. Hacia el final del siglo XV, los incas incorporaron esta región al Tahuantinsuyo. Con la llegada de los conquistadores españoles, se formaron varios pueblos y «reducciones de indios» como Chilcaymarca, Tintaymarca, Misahuanca, Chapacoco, Andagua, Chachas y Ayo. Ya en la época contemporánea, y debido a la importancia minera de la zona, se crea el centro poblado de Orcopampa.

Andagua: el corazón del valle

Con su moderna plaza de armas, rodeada de cipreses podados con diversas formas de animales y objetos, y con una austera iglesia de estilo barroco mestizo, el pueblo de Andagua es el principal poblado del valle. Está estratégicamente ubicado en la parte media y central, donde convergen los caminos peatonales o de herradura, y las carreteras a Arequipa —vía Viraco y Majes, o vía Caylloma y Colca—, así como los caminos a las localidades de Chachas, Ayo y la carretera a Huambo (valle del Colca). Andagua está enclavada en una pintoresca campiña agrícola dedicada al cultivo de papa, olluco, haba, oca y cebada, el cual se realiza sobre terrazas de cenizas y lava. Allí, se encuentran los volcanes gemelos Huanacaure, y a poca distancia, la estrecha y profunda grieta de Paccareta por donde, aguas abajo, discurre el río hacia la laguna y la cascada de Pumajallo. Hacia el sur se pueden visitar distintos lugares.

En primer lugar, los vestigios de Antaymarca, un sitio arqueológico constituido por estructuras circulares con cámaras subterráneas que probablemente tuvieron una función funeraria. En segundo lugar, el volcán Kanalla–Mauras, en cuyo domo del cráter se ha implementado una plaza de toros que revive cada año con la llegada de las festividades. Finalmente, el mirador de Soporo, donde es posible apreciar los volcanes mellizos, el Chilcayoc y el Jechapita, además de grandes corridas de lava, la laguna de Chachas y la imponente cordillera de Chila.

Valle de los Volcanes

Visitas obligadas

Preguntas Frecuentes

¿algo que no encuentras?, escríbenos.

info@vivearequipa.com

Tiempo promedio de respuesta máximo: 48 hrs.

El Valle de los Volcanes esta ubicado en la provincia de Castilla a 377 Kms de Arequipa a 6 horas de Arequipa si lo hacen vía Corire- Andagua. La otra opción es hacerlo vía el valle del Colca.
Andagua y sus volcanes Mellizos; Complejo arqueológico de Antaymarca, Mirador de Soporo, Laguna de Mamacocha, Cataratas de ….., Ayo
Declarado como Geoparque mundial por la UNESCO.
Turismo especializado, familias, grupos de amigos, científicos.
4×4, treking, cabalgatas, ciclismo, senderismo.

Vía Corire – Andagua

Vía el Valle del Colca

Andagua, Chachas, Ayo, Chilcaymarca, Orcopampa.

Al Valle del Colca

Hacia Corire – Camaná

Como ubicarnos

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