Ocupa el lado norte de la Plaza de Armas. Tiene una fachada neoclásica y está compuesta por tres portadas, dos arcos laterales, setenta columnas de capiteles corintios y dos torres renacentistas. La construcción de esta iglesia -cuya historia está plagada de avatares- se inició en 1544. Sucesivos terremotos, sin embargo, la fueron afectando hasta que, en 1844 un incendio terminó de arruinarla. Su reconstrucción, que comenzó inmediatamente y culminó en 1850, estuvo a cargo del obispo Goyeneche y Barreda quien, además, encargo la fabricación del altar mayor de mármol de Carrara y bronce a Felipe de Moratillo, hijo del joyero de la reina de España, Federico de Moratillo quien a su vez hizo la famosa custodia de oro macizo, filigrana y piedras preciosas que hasta hoy presume este gran templo. La Catedral también guarda otros tesoros como el púlpito de madera tallada que se fabricó en Francia y el magnífico órgano y las tallas de madera de los doce apóstoles que se ubican en la nave principal. Dos terremotos posteriores, el de 1868 y 2001 (en este último una de las torres se vino abajo) volvieron a remecer la Catedral, pero los daños, afortunadamente, se repararon casi inmediatamente.